jueves, 14 de septiembre de 2023

F. NIETZSCHE,Así habló Zaratustra, Prólogo, Epígrafe 1

 Cuando Zaratustra cumplió los treinta años[1], dejó su patria y el lago de su patria y se marchó a las montañas. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante diez años no se cansó de hacerlo. Pero al fin su corazón se transformó, - y una mañana se levantó con la aurora, se colocó frente al sol y le habló así:»¡Tú gran astro! ¡Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas! Durante diez años has venido subiendo hasta mi caverna: sin mí, sin mi águila y mi serpiente[2] te habrías hartado de tu luz y de este camino. Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, te liberábamos de tu sobreabundancia y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría, como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan. Me gustaría regalar y repartir, hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto a alegrarse de su locura, y los pobres, de su riqueza.Para ello debo bajar a la profundidad: como haces tú al atardecer, cuando transpones el mar llevando luz incluso al submundo, ¡astro hiperabundante!Debo, al igual que tú, hundirme en mi ocaso[3], como dicen los hombres a quienes quiero descender. Así pues, ¡bendíceme, ojo apacible, que puedes mirar sin envidia incluso una felicidad tan excesiva!¡Bendice la copa que quiere desbordarse para que fluyan de ella las doradas aguas, y lleve a todas partes el reflejo de tu deleite!¡Mira! Esta copa quiere volver a vaciarse, y Zaratustra quiere volver a tornarse hombre.« – 

1. Es la edad en que Jesús comienza su predicación. Véase el Evangelio de Lucas, 3, 23: «Éste era Jesús, que al empezar tenía treinta años». En el buscado antagonismo entre Zaratustra y Jesús es ésta la primera de las confrontaciones. Como podrá verse por toda la obra, Zaratustra es en parte una antifigura de Jesús. Y así, la edad en que Jesús comienza a predicar es aquella en que Zaratustra se retira a las montañas con el fin de prepararse para su tarea. Inmediatamente después aparecerá una segunda contraposición entre ambos: Jesús pasó sólo cuarenta días en el desierto; Zaratustra pasará diez años en las montañas.2. Los dos animales heráldicos de Zaratustra representan, respectivamente, su voluntad y su inteligencia. Le harán compañía en numerosas ocasiones y actuarán incluso como interlocutores suyos.3. Untergehen. Es una de las palabras-clave en la descripción de la figura de Zaratustra. Nietzsche juega en innumerables ocasiones con esta palabra que podría traducirse como «pasar al otro lado» o por encima de algo, pero también significa «transición». El hombre, dirá Zaratustra, es «un tránsito y un ocaso». Esto es, al hundirse en su ocaso, como el sol, pasa al otro lado. Y «pasar al otro lado» es superarse a sí mismo y llegar a ser el superhombre.

4. Mas Zaratustra contempló al pueblo y se maravilló. Luego habló así:El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre —una cuerda sobre un abismo.Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un. peligroso estremecerse y pararse.La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado.Yo amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes veneradores, y flechas del anhelo hacia la otra orilla.Yo amo a quienes, para hundirse en su ocaso y sacrificarse, no buscan una razón detrás de las estrellas: sino que se sacrifican a la tierra para que ésta llegue alguna vez a ser del superhombre.Yo amo a quien vive para conocer, y quiere conocer para que alguna vez el superhombre viva. Y quiere así su propio ocaso.Yo amo a quien trabaja e inventa para construirle la casa al superhombre y prepara para él la tierra, el animal y la planta: pues quiere así su propio ocaso.Yo amo a quien ama su virtud: pues la virtud es voluntad de ocaso y una flecha del anhelo.Yo amo a quien no reserva para sí ni una gota de espíritu, sino que quiere ser íntegramente el espíritu de su virtud: avanza así en forma de espíritu sobre el puente.Yo amo a quien de su virtud hace su inclinación y su fatalidad: quiere así, por amor a su virtud, seguir viviendo y no seguir viviendo.Yo amo a quien no quiere tener demasiadas virtudes. Una virtud es más virtud que dos, porque es un nudo más fuerte del que se cuelga la fatalidad.Yo amo a aquél cuya alma se prodiga, y no quiere recibir agradecimiento ni devuelve nada: pues él regala siempre y no quiere conservarse a sí mismo.Yo amo a quien se avergüenza cuando el dado, al caer, le da suerte, y entonces se pregunta: ¿acaso soy yo un jugador que hace trampas? — pues quiere perecer.Yo amo a quien delante de sus acciones arroja palabras de oro, y cumple más de lo que promete: pues quiere su ocaso.Yo amo a quien justifica a los hombres del futuro y redime a los del pasado: pues quiere perecer a causa de los hombres del presente.Yo amo a quien castiga a su dios porque ama a su dios: pues tiene que perecer por la cólera de su dios.Yo amo a aquél cuya alma es profunda incluso cuando se le hiere, y que puede perecer a causa de una pequeña vivencia: pasa así de buen grado por el puente.Yo amo a aquél cuya alma está tan llena que se olvida de sí mismo, y todas las cosas están dentro de él: todas las cosas se transforman así en su ocaso.Yo amo a quien es de espíritu libre y de corazón libre: su cabeza no es así más que las entrañas de su corazón, pero su corazón lo empuja el ocaso.Yo amo a todos aquéllos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscura nube suspendida sobre el hombre: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen como anunciadores.Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas ese rayo se llama superhombre. 

(F. NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, Los discursos de Zaratustra: De las tres transformacionesTres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se transforma en camello, y el camello en león, y el león, finalmente, en niño. Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita la reverencia. Su fortaleza demanda cosas pesadas, y las más pesadas. ¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, como el camello, y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, oh héroes?, así pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. ¿Acaso esto no es: humillarse para lastimar a su orgullo? ¿Hacer brillar su locura para burlarse de su sabiduría? ¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas para tentar al tentador?[1]¿O acaso es: alimentarse de las bellotas y de la hierba del conocimiento y sufrir hambre en el alma por amor a la verdad? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres? ¿O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de sí las frías ranas y los calientes sapos? ¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian[2] y tender la mano al fantasma cuando desea causarnos miedo? Todas esas cosas, las más pesadas, lleva sobre sí el espíritu de carga: semejante al camello que cargado corre al desierto, así corre él a su desierto. Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: El espíritu aquí se transforma en león, desea capturar la libertad y ser señor en su propio desierto. Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, luchará por la victoria con el gran dragón. ¿Cuál es el gran dragón, al que el espíritu no quiere llamarya señor ni dios? El gran dragón se llama »Tú debes«. Pero el espíritu del león dice »yo quiero«. El »Tú debes« se halla apostado en su camino, como un animal escamoso de áureo fulgor, y sobre cada escama brilla áureamente »¡Tú Debes!« Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así:»Todo el valor de las cosas brilla en mí.«»Todo valor ha sido ya creado, y todo valor creado soyyo.¡En verdad, no debe haber más ningún ›Yoquiero‹!«Así habla el dragón.Hermanos míos, ¿para qué se requiere del león en el espíritu? ¿No basta la bestia de carga, que renuncia y es respetuosa?Crear valores nuevos todavía el león no puede hacer eso: mas crearse libertad para nuevas creaciones eso puede hacer el poder del león.Crearse libertad y un no sagrado incluso frente al deber: para eso, hermanos míos, se requiere del león.Tomarse el derecho de nuevos valores ése es el tomar más horrible paraun espíritu de carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.En otro tiempo amó el»Tú debes«como lo más sagrado: ahora tiene que encontrar ilusión y arbitrariedad incluso en lo más sagrado, de modo que robe el quedar libre de su amor: para este robo se requiere del león.Pero decidme, hermanos míos, ¿qué puede hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?El niño es inocencia y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que gira por sí misma, un primer movimiento, un sí sagrado.Sí, para el juego de la creación, hermanos míos, se requiere de una afirmación sagrada: el espíritu quiere ahora suvoluntad, el que perdió el mundo gana ahora sumundo.Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se transformó en camello, y el camello en león, y el león, finalmente, en niño. Así habló Zaratustra. Y por aquel entonces residía en la ciudad que es llamada: La Vaca Multicolor[3].1.Reminiscencia, modificando su sentido, delEvangelio de Mateo, 4, 1. En el evangelio es elTentador el que sube a la montaña para inducir aJesús a pecar.2.Véase el Evangelio de Mateo, 5, 44: «Amad avuestros enemigos.»3.La expresión «La Vaca Multicolor» (die bunte Kuh)es traducción literal del nombre de la ciudadKalmasadalmyra (en pali: Kammasuddaman),visitada por Buda en sus peregrinaciones.

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